La inseguridad nos acompaña a todos los clínicos. Puede parecer que tenemos todo bajo control o que tenemos la formación suficiente. Pero frente a la complejidad del usuario de salud (paciente) a veces nos sentimos incapaces de comprender lo que realmente está pasando, o bien aplicamos lo de siempre, lo que sabemos que funciona… casi siempre. A veces con experiencia y con formación vamos progresando… lentamente. En la fisioterapia infantil todo lo anterior es aún más evidente. El camino para convertirnos en clínicos sólidos, lúcidos y competentes en la relación pasa por un razonamiento clínico en fisioterapia pediátrica.
El razonamiento clínico es el arte y la ciencia de la toma de decisiones en la práctica clínica. Y como bien sabes, hay muchas decisiones que tomar con cada bebé/niño y con cada familia. Se trata más de un concepto que de algo claramente bien definido universalmente (1). Principalmente hay dos tipos de decisiones en la fisioterapia pediátrica. Por un lado están las estrategias dirigidas al diagnóstico y por el otro lado las dirigidas a la gestión del usuario y de la familia, incluso de la comunidad en la que se integra.
Dos tipos de razonamiento clínico
La mayoría de los fisioterapeutas cree que necesita formación para comprender bien el problema del paciente y poder ofrecer un pronóstico preciso (¿esto se resolverá? ¿en cuántas sesiones?). Este es el razonamiento diagnóstico que se basa en la elaboración y el manejo de hipótesis y el reconocimiento de patrones clínicos. Esta es una parte fundamental para ofrecer un plan de tratamiento indicado y eficaz. La apertura de la fisioterapia pediátrica a un acompañamiento integral del bebé y del niño, más allá de lo neuro o lo respi, precisa más formación en razonamiento clínico. De hecho lo neuromusculoesquelético tiene sus propias claves de razonamiento diagnóstico y sus propias intervenciones.
Pero hay una parte del razonamiento que escapa más a menudo, inadvertida por la necesidad de acertar con la valoración y el tratamiento. Se trata de las decisiones entorno a la gestión del usuario de la familia. Es el acompañamiento real de la familia, la toma de decisiones consensuadas tanto con ella, como con otros profesionales que también sostienen al niño y a su familia. Aquí también son imprescindibles las buenas decisiones, el buen enfoque y la buena comunicación. Es la otra gran familia de decisiones que parten de un proceso de razonamiento clínico, y probablemente, es lo que da el alma a nuestro trabajo.
La buena noticia es que el razonamiento clínico se puede aprender. No hace falta pasar 20 años de experiencia para ser un experto. De hecho, la experiencia no aporta necesariamente experticia. Todos conocemos profesionales con muchísima experiencia anclados a modelos desfasados y con falta de frescura en su conocimiento y en su práctica. Desde TMPI hemos lanzado una formación para un razonamiento clínico en fisioterapia pediátrica para ofrecer la seguridad y la solidez que todos anhelamos. Pero he de advertir, que es un camino de profundidad y de autorreflexión. Un desafío para valientes que quieren realmente aprender a “moverse por su pensamiento” (2).
Mira este video de para saber cómo el razonamiento clínico marca la diferencia.
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Referencias
1. Huhn K, Gilliland SJ, Black LL, Wainwright SF, Christensen N. Clinical Reasoning in Physical Therapy: A Concept Analysis. Phys Ther. 2019;Apr 1(99(4)):440–56.
2. Edwards I, Jones M. Movement in our thinking and our practice. Man Ther. 2013;18:93–5.
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