“La zona cingular anterior recibe las vías por donde circula el sufrimiento y, exactamente detrás, recoge las informaciones que provocan euforia. Estos sentimientos son opuestos en la representación verbal pero, en la anatomía, las vías de la felicidad y de la infelicidad son vecinas. “No me daba cuenta de lo feliz que era”, dice alguien que acaba de sufrir una desgracia. (…) Un medio en el que solo hubiera felicidad llevaría a experimentar un sentimiento de vacío, de no felicidad”.
Boris describe el estudio sobre un grupo de niños a los que no les faltó nada, lo tuvieron todo. No tuvieron problemas o frustaciones. Todo era ideal. Todo… menos su futuro. De jóvenes y adultos presentaron un alto índice de depresión y otros problemas a nivel emocional y de sentido vital.
Al parecer no existe la infancia perfecta… un alivio para todos ¿verdad?
Cyrulnik B. De cuerpo y alma. Neuronas y afectos: la conquista del bienestar. Gedisa, 2007.
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