¿No os parece que en los últimos años tenemos una epidemia de frenillos linguales cortos?
Buscando información al respecto, resulta que existen textos desde la antigüedad griega que nombran la repercusión de esta membrana en la lactancia materna y en el habla. Así que no es una disfunción del siglo actual, pero sí estudiamos más sobre ella. Pero lo curioso en nuestra práctica diaria como fisioterapeutas pediátricos es que ni todos los bebés diagnosticados de anquiloglosia tienen dificultades en las funciones orofaciales, ni todos los bebés intervenidos consiguen los resultados esperados.
Y es que no se ha encontrado relación entre la longitud del frenillo y las dificultades en la lactancia materna. Se ha podido demostrar que entre el 56% y el 80% de los bebés con frenillo corto pueden alimentarse de forma exitosa (Hogan M et al., 2005) (Ricke y cols, 2005)
Y entonces las preguntas que nos podemos plantear son ¿son eficaces las escalas de diagnóstico actuales? ¿falta algún dato por explorar? ¿influyen otros factores en las funciones orofaciales?
En la actualidad encontramos escalas validadas para decidir si intervenir o no (Hazelbaker, 2017, Martinelli, 2017). Pero también encontramos autores como Catherine Watson Genna y otros profesionales que consideran más importante la evaluación funcional de la lengua. A pesar de si el frenillo es corto o no, ellos tendrán en cuenta la forma de amamantar, el aumento de peso y si existe dolor o no para decidir una cirugía.
¿Qué aporta TMPI en la evaluación y tratamiento del frenillo linguae corto?
Además de revisar las escalas validadas, evaluamos los circuitos arcaicos de la región orofacial, observamos la relación con su neurodesarrollo, analizamos los factores de interferencias y valoramos las posibles disfunciones de la cara, cráneo y cuello implicadas en la correcta función succión-deglución-respiración-fonación.
La complejidad de esta región no solo precisa la evaluación de la lengua, sino de todo las estructuras implicadas.
De igual forma el tratamiento de una frenectomía o una dificultad en las funciones orofaciales requiere de un tratamiento manual de calidad, de una integración neuro- sensorio-motora y de un acompañamiento a las familias.
¡No olvidemos que no solo la lengua influye en una lactancia exitosa!
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