Normalmente comento libros que me han causado una impresión positiva. Libros que me han hecho descubrir algo interesante e incluso que me han roto los esquemas. Esto es genial para la humildad y también para avanzar.
En este caso me centraré en el libro Moverse en Libertad de Emmi Pikler. Pikler ofrece un mensaje fundamentalmente positivo. Los bebés han de tener espacio para moverse en libertad y desarrollarse. Lo ideal, según ella, es respetar al máximo sus etapas de desarrollo sin adelantar pasos. Sin forzar etapas. Sin saltarse nada que al bebé le toque vivir. Quién podría oponerse a un mensaje tan obviamente razonable: “dejar al niño completa libertad para moverse”.
En realidad la libertad para moverse no es el problema, todo lo contrario. Es una gran propuesta para todo bebé. El problema nos llega por otro lado. ¿Cuál es la posición natural de un recién nacido? ¿Boca arriba? ¿Boca abajo? ¿O en brazos de su madre (o persona principal de cuidado)?
¿Boca arriba o boca abajo?
Para ella no hay duda de que se trata de boca arriba. Por tanto no habría que modificar esta posición ya que el bebé no está preparado para voltearse hasta los 6 meses. Si desde el año 1992 la Academia Americana de Pediatría hizo su recomendación para dormir en supino. Esto para evitar la muerte súbita. Ahora llega una propuesta no solo para dormir si no para todo el día en supino. Una propuesta que lamentablemente se está extendiendo por esta influencia.
En primer lugar habría que discutir si la posición natural de un ser humano es estar boca arriba. Ya que el único mamífero que puede estar en supino es el humano. La posición ventral tiene mucha más relación con la evolución. Sin duda la posición dorsal para dormir evita muertes en los bebés que probablemente tienen algunas dificultades neurológicas. Pero tiene otros inconvenientes. El mayor de ellos el riesgo de aplanamiento de cabeza que subió alarmantemente tras esta medida. Razón por la que hubo una rectificación de la recomendación global. De “ dormir boca arriba”, la recomendación cambió a “dormir boca arriba, jugar boca abajo”.
En el artículo “time to revisit tummy time” (hora de replantearse el tiempo boca abajo), Wittmeier y Mulder (2017) revisan algo fundamental. No sólo el estar boca abajo previene la plagiocefalia o deformación asimétrica de la cabeza. Si no que se confirma que los bebés que pasan más tiempos boca abajo despiertos y vigilados se desarrollan claramente mejor. No es la única investigación que lo demuestra. Subiremos este artículo al área privada. En realidad los bebés que están boca abajo tienen más tono, menos reflujo y menos otitis años más adelante.
¿Y por qué no estar en brazos de mamá? Esto estimularía el sistema vestibular y el táctil y garantizaría la construcción de un buen vínculo (ver libro “Ayúdale a Despegar!” de Pastor I y Acin J). Difícilmente Pikler podría recomendar esto ya que su estudio se llevó a cabo en el Instituto Loczy de Budapest. Con bebés lejos de su familia. ¿Realmente es el lugar ideal para observar el desarrollo normal del ser humano?
La edición de Narcea de 2018 de Moverse en Libertad (libro del año 1969), solo puede crear confusión. Con unas estadísticas de trabajos de hace 50 años. ¿No hemos aprendido nada nuevo en 50 años?
Termino con un punto en común con Emmi. Es verdad que no deberíamos sentar a los bebés ni ponerlos en carga antes de tiempo. Antes de su tiempo. Antes del tiempo en el que lo hagan por sí solos. Unos 7 meses para sentarse y unos 9 para ponerse en pie.
Aunque habrá que ayudar y estimular a los bebés con más dificultades. ¿Alguien podrá pensar en “no intervenir”?
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